La visión urbanística tradicional que se percibe en las ciudades mexicanas se encuentra ante una creciente crisis ecológica que podría deteriorar la calidad de vida de sus habitantes hasta convertirse en una amenaza contra la salud. Cuando un asentamiento se multiplica, también lo hacen sus requerimientos energéticos y el impacto ambiental que genera, haciendo cada vez más necesario el establecimiento de nuevos patrones de crecimiento urbano que fomenten el bienestar de la población.
El crecimiento urbano tiende a considerar a la ciudad como el opuesto a la naturaleza, excluyendo importantes elementos que son imprescindibles para la vida humana. Este modelo genera altos niveles de contaminación, disminuyendo la vitalidad de los habitantes y la capacidad reproductora de animales y plantas, provocando la destrucción de los ecosistemas naturales y la pérdida del equilibrio ambiental, y finalmente dando lugar a la aparición de ambientes insalubres que afectan la calidad del aire.
A medida que aumenta la densidad de población, la temperatura al interior de la ciudad se incrementa. En este sentido, nuestra forma de vivir requiere una configuración más empática con el entorno para contrarrestar los impactos derivados de los procesos de crecimiento urbano. Personas, infraestructura y medio ambiente deben ser considerados en conjunto para generar desarrollos conscientes.
Hoy en día se está abriendo camino en Quintana Roo una nueva concepción del diseño urbano. Residencial Selva Azul, un concepto creado por Club Cenote Hábitat, con corredores biológicos y áreas de conservación como elementos centrales del paisaje urbano; un desarrollo basado en el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, la responsabilidad social y el fomento al uso de técnicas regionales, con el objetivo de generar ambientes sanos y una identidad comunitaria armónica que fomente la convivencia al interior del residencial.
